miércoles, 1 de abril de 2015

Aventuras de Maradona

Es bien sabido que Estados Unidos no es y nunca fue un país donde el fútbol fuera el deporte más popular, ni siquiera el segundo o el tercero. Quizá tenga un lugar muy abajo en el podium.

La elección para celebrar el mundial de 1994 en este país desató muchas polémicas y algunas historias insólitas y divertidas. Una ellas fue la que le sucedió a Diego Armando Maradona. Poco antes del inicio del torneo, el '10' aprovecho una mañana libre para pasear con su esposa, sus hijas y su amigo, el periodista Adrián Paenza en el centro comercial de Faneuil Hall Market Place, situado en Boston, ciudad donde se concentraba la selección argentina.

En medio del Mall el grupo se dispuso a comer unas pizzas con un exalumno y amigo de Paenza, Gerry Garbulsky, quien vivía en dicha ciudad. El astro le pidió a Gerry que lo acompañara a un local de ropa deportiva. Dentro del establecimiento ambos notaron que estaba decorado con pósters de varios futbolistas y promocionales del mundial. Pero ninguno mostraba al crack albiceleste. Maradona quedo maravillado por la gran cantidad de marcas de calzado que se vendían. Con ayuda de Gerry y un joven vendedor, el'pelusa' eligió ocho pares que se dispuso a pagar en la caja.

El vendedor muy asombrado por la gran compra le regalo al argentino un llavero promocional de la copa del mundo y le dijo en ingles "No se si usted sabe, pero está por comenzar aquí, en Estados Unidos, el mundial de soccer. Este llavero tiene el logo del torneo". Gerry tradujo el comentario, a lo qué Maradona agradeció el obsequio y los dos argentinos salieron de la tienda con la compra. Segundos después Paenza ingresó a la tienda con Claudia Maradona, quien también compraría calzado para sus hijas. El periodista notó las decoraciones y le pregunto al vendedor ¿Sabe usted quien acaba de entrar aquí? Ante la negativa del joven, Paenza concluyó " el mejor jugador de soccer de toda la historia" avergonzado por su ignorancia y no haber reconocido al crack, el joven tomo un bolígrafo y papel, saliendo a toda prisa del local para alcanzar a gritos a sus clientes recientes.


No dejaría pasar la oportunidad de conseguir un autógrafo de una leyenda del balompié. Cuando Porfin los alcanzó, extendió la hoja y el bolígrafo y emocionado le pidió la firma a.... Gerry. 

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